jueves, 19 de mayo de 2016

Vida de Galileo. Sergio Fernández Cuellas.


La Vida de Galileo:

Galileo Galilei es, para muchos, el testamento literario de Bertolt Brecht. En todo caso, es la obra a la que dedicó más esfuerzos y reescrituras desde 1938 hasta su muerte. Año 1592, el sabio florentino Galileo Galilei es profesor de matemáticas en Padua. Vive encerrado en la ciencia con el convencimiento de que una nueva edad histórica acaba de empezar. Andrea, el hijo de la casera, está entusiasmado con los descubrimientos de Galilei y pide que le descifre los secretos. Tales conocimientos hacen tambalear la concepción del Universo de Ptolomeo, que hasta el momento ha sido considerada como válida.

“La vida de Galileo” fue escrita por el gran dramaturgo y poeta alemán Bertolt Brecht en 1939 en su primera versión, con título original “Leben des Galilei”, durante su exilio en los países escandinavos. Brecht siempre fue muy activo políticamente, y siempre pretendió llamar la atención del espectador en cuanto a diversas cuestiones, y que el teatro no fuera una mera fórmula de entretenimiento. En este interés puede enmarcarse esta obra, en la que se reflexiona acerca de preguntas fundamentales para la realización de una ciencia humana. De la mano de Galileo Galilei, protagonista de esta obra de teatro, y de otros personajes igual de geniales (como Andrea o la Señora Sarti) que generan el contraste y la oportunidad de análisis y discusión, nos planteamos temas de tan vital importancia como el porqué de hacer ciencia e investigación, pero sin duda destaca como tema principal de la obra el binomio pensamiento racional contra dogmatismo religioso, y más allá, cómo el pensamiento religioso ha servido de mecanismo de legitimación  para las desigualdades sociales a lo largo de la historia.  Galilei, que está convencido de que podrá expandir el pensamiento racional, y por tanto unos mayores conocimientos y justicia social, afrontará serias dificultades para llevar a cabo y publicar sus trabajos.

-Valoración de la obra:

La crítica, en realidad, se deriva de la exposición de la obra y del resumen de las ideas principales.
Brecht tiene la ventaja, como escritor y poeta, de que puede servirse de licencias poéticas para crear sus personajes. La crítica con ello no puede acentuar demasiado la falta de seriedad histórica.

Con todo, si la licencia poética, en realidad, se utiliza solamente para calumniar y para difamar personajes históricos o instituciones con un pasado histórico, pero con una realidad presente, esta libertad del poeta es seriamente criticable. En la obra de Brecht ocurre esto, sobre todo, con la Iglesia.

La tipificación de los personajes es para el autor un medio para caracterizar a las instituciones. El fin que persigue es —sobre esto no cabe más claridad— el ataque para la remoción de las instituciones de acuerdo fielmente al programa revolucionario del marxismo. La figura ridícula de Cosme (décimo acto) caricaturiza lógicamente al poder político opuesto al proletariado; el cardenal, perfectamente delineado como un muñeco, sirve para describir el sistema podrido que para Brecht es la Iglesia.

La sutileza de la propaganda contra la Iglesia, que persigue toda la obra, se descubre en el cuidado que se ha puesto en distinguir perfectamente cada uno de los caracteres de los personajes claves.

Lo que interesa a Brecht, por lo que se ve, es el derrocamiento del cielo, la emancipación del poder humano como consecuencia del saber y la revolución social del proletariado.

Lo amoral de la posición de Brecht responde a los principios de la teoría del conocimiento de la duda fundamental. Según Brecht, Galilei va aquí mucho más allá de lo expuesto por Descartes.«Un comerciante en lanas, además de comprar barato y vender caro, debe tener la preocupación de que el comercio con lanas no sufra tropiezos. El cultivo de la ciencia me parece que requiere especial valentía en este caso. La ciencia comercia con el saber, con un saber ganado por la duda. Proporcionar saber de todo y para todos, y hacer de cada uno un desconfiado, eso es lo que pretende».

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